Leyenda Nº 13
VIRIATO , EL TERROR
LUSITANO (Martos)
Durante uno de los largos siete años de campañas contra los
romanos, Viriato bajó hasta Tucci, actualmente conocida como Martos.
El general
de los lusitanos tenía fama de ser ingenioso, justo y valiente, había luchado
en escenarios dispares de ciudades y tribus autónomas. Virato se había
propuesto reclutar para su ejército a los habitantes de Tucci, los cuales
mostraban bastante indecisión a la hora de enfrentarse a las poderosas legiones
de Roma.
Los habitantes de Tucci no se sintieron seducidos por los brillantes, oros y abundancia que acompañaba a Virato, y éste para lograr su deseo de alistar a los habitantes para su ejército, se dirigió a los notables de la ciudad, a los que mirándoles directamente a los ojos les explicó la realidad de lo que estaba ocurriendo.
"Había un hombre, ni joven ni viejo, que había tomado dos esposas...", contó Virato a quienes le escuchaban sentados sobre la indiferencia.
"... cada vez que su marido volvía a casa, la más joven de las dos mujeres, para hacerle la estancia más agradable y ganarse su afecto, le acicalaba con mimo y se entretenía en quitarle los cabellos blancos, con el fin de que el esposo ofreciese un aspecto lozano, como ella misma tenía.
La mayor de las esposas le prodigaba también al hombre sus propias sesiones de acicalamiento y las aprovechaba para arrancarle cuantos cabellos oscuros podía, de modo que el marido cada vez pareciese menos joven y mostrase una apariencia canosa, lo más cercana posible a la suya.
Tanto esmero puso cada una de las dos mujeres en cuidar la cabellera de su esposo, que al cabo de unas cuantas sesiones de aseo conyugal, el hombre estaba completamente calvo."
Con esta anécdota Virato quiso hacer ver a los habitantes más notables de la ciudad de Tucci, de la necesidad de que los habitantes de la misma tomaran partido en su cruzada, contra los romanos.
Los habitantes de Tucci no se sintieron seducidos por los brillantes, oros y abundancia que acompañaba a Virato, y éste para lograr su deseo de alistar a los habitantes para su ejército, se dirigió a los notables de la ciudad, a los que mirándoles directamente a los ojos les explicó la realidad de lo que estaba ocurriendo.
"Había un hombre, ni joven ni viejo, que había tomado dos esposas...", contó Virato a quienes le escuchaban sentados sobre la indiferencia.
"... cada vez que su marido volvía a casa, la más joven de las dos mujeres, para hacerle la estancia más agradable y ganarse su afecto, le acicalaba con mimo y se entretenía en quitarle los cabellos blancos, con el fin de que el esposo ofreciese un aspecto lozano, como ella misma tenía.
La mayor de las esposas le prodigaba también al hombre sus propias sesiones de acicalamiento y las aprovechaba para arrancarle cuantos cabellos oscuros podía, de modo que el marido cada vez pareciese menos joven y mostrase una apariencia canosa, lo más cercana posible a la suya.
Tanto esmero puso cada una de las dos mujeres en cuidar la cabellera de su esposo, que al cabo de unas cuantas sesiones de aseo conyugal, el hombre estaba completamente calvo."
Con esta anécdota Virato quiso hacer ver a los habitantes más notables de la ciudad de Tucci, de la necesidad de que los habitantes de la misma tomaran partido en su cruzada, contra los romanos.
¿Cuál era la postura más acertada, la de Virato o la adoptada por
los habitantes de Tucci? Aunque pueda estar abierta a cualquier tipo de
comentarios, debemos recordar lo que la historia nos dice y es que Virato
abandonó finalmente el pueblo de Tucci a su suerte (sabiendo de la crueldad con
la que Fabio castigaba las comarcas que no les habían sido leales), tras varias
batallas con los romanos, siendo reconquistado posteriormente por Fabio.
