Leyenda Nº 1
La
leyenda de Doña Mencía es una bonita historia sobre una de las muchas mujeres
que jugaron un importante papel en la Reconquista y de la que se sabe muy poco.
Se
puede decir que fue una mujer muy inteligente capaz de salvar una plaza tan
importante como lo era Martos. Doña Mencía López de Haro, era hija de una noble
familia de Vizcaya, nieta del rey Alfonso IX y casada con Don Álvar Pérez de
Castro.
A
Doña Mencía le tocó vivir en una época muy importante de nuestra historia, la
que corresponde con la conquista por parte del rey Fernando III el Santo, de
las tierras de Jaén que todavía pertenecían al Reino Nazarí de Granada.
En el
año 1224, Martos pertenecía al reino de Baeza, cuyo rey era un musulmán aliado,
tras un pacto que se hizo después de la victoria de Fernando III de la Batalla de las Navas de
Tolosa en 1212. En este pacto, este rey musulmán se hizo amigo del rey Fernando
y le cedió las plazas de Martos y Andujar porque estaban situadas en sitios muy
importantes, para así poder continuar conquistando territorio a los moros.
En
éstas estaban cuando el rey Aben Alhamar de Granada, que por cierto era de
Arjona y ya había hecho tratos con Fernando III anteriormente, se enteró que el
alcaide de Martos, que era Don Alvar Pérez de Castro, el esposo de Doña Mencía,
estaba tratando unos asuntos con el rey en Toledo, y quiso conquistar de nuevo
Martos porque a él le venía muy bien este territorio, además se enteró de que
en Martos apenas había soldados para defenderlo porque el que se había quedado
al mando se había ido con todos a luchar a otro sitio.
Imaginaos
al rey Alhamar frotándose las manos cuando se enteró de que en Martos sólo
había 40 hombres armados para defenderlo. Ya se veía él en su castillo de la
peña cómodamente instalado. Con lo que él no contaba es que, quizá en Martos no
había hombres, pero sí que había mujeres y muchas, a la cabeza de todas estaba
la mujer del alcaide, Doña Mencía, que como bien dice el refrán:”Detrás de un
gran hombre, hay una gran mujer”.
Pues
a esta gran mujer, que por cierto sería muy lista pero era un poquito fea,
cuando se vio rodeada de moros por todas partes y sin hombres que las defendieran,
se le ocurrió la fantástica idea de vestir a todas las mujeres de hombres. Con
los trajes de soldados de repuesto que tenían los hombres en los armarios,
disfrazó a todas las mujeres de Martos y las colocó en todas las torres y en
todas las almenas.
Cuando
Alhamar vio desde lejos las murallas de la ciudad llenas de soldados se asustó,
le echó una bronca monumental a su visir que le había dicho que no había
hombres en la ciudad , dio media vuelta y salió corriendo como el perro que
trepó la olla, como dicen en mi pueblo.
Así
que, una vez más, las mujeres les han salvado el pellejo a los hombres. Aunque
sean más conocidas las hazañas caballerescas de los hombres medievales, también
hubo en esta época tan oscura y a la vez tan bonita de nuestra historia,
mujeres inteligentes y valientes.