Leyenda nº 11
HERMANOS CARVAJALES (MARTOS)
Esta es la historia de un crimen y
de su, al parecer, injusto castigo y de cómo gracias a ello el rey Fernando
IV de Castilla pasó a la
historia con el sobrenombre de “El
Emplazado”. El crimen se cometió en Palencia. Un caballero de la corte del
rey fue asesinado por rufianes
emboscados a la salida de una taberna. Los asesinos no fueron encontrados.
Pasado el tiempo, se encontraba el
rey en campaña contra los moros, intentando arrebatarles la villa de Alcaudete.
Estando acampado en Martos (Jaén), le presentaron a dos hermanos, Pedro y Juan
de Carvajal, que al parecer eran los
autores del asesinato de Palencia. El rey, que tenía prisa por llegar a
Alcaudete, dictó pena de muerte para ambos basándose solo en indicios y
desoyendo las protestas de los dos acusados, que juraban su inocencia.
Para dar escarmiento ante futuros
crímenes, eligió además una ejecución terrible: Se encerraría a cada reo en una
jaula de hierro forrada por dentro con agujas, clavos, pinchos y cuchillas, y a
continuación serían arrojados desde la
Peña de Martos. Cuando los de Carvajal supieron la manera de
morir tan cruel que el monarca les había reservado le emplazaron solemnemente para
que, en el plazo de treinta días, compareciese ante el tribunal divino para
rendir cuentas de sus actos.
Al día siguiente los dos hermanos
fueron despeñados. Las jaulas con sus sangrientos despojos fueron rodando hasta
una explanada en la que esperaban los horrorizados ojos de la población de
Martos. A continuación, el ejército continuó su marcha hacia Alcaudete.
Pero al poco tiempo, el rey cae
enfermo. Es tan grave su estado que deciden retirarse a Jaén para que Felipe
pueda recibir mejores cuidados. Seguro que al paso por Martos, más de uno miró
las laderas de su peña acordándose de las palabras de los Carvajales. Quizás el
mismo rey sintiera funestos presagios contemplando sus cumbres.
Cuando se cumplió el plazo, el rey
había mejorado notablemente de su enfermedad y se encontraba prácticamente
recuperado. Bromeaba sobre su estado de salud, se burlaba de los que habían
temido por su vida y olvidó el asunto de los dos ajusticiados mientras comía y
bebía en abundancia para celebrar su recuperación. Después de la comida se
retiró a echarse la siesta.
Viendo que tardaba en levantar, sus
criados acudieron a despertarlo, encontrándolo…
muerto! Tal vez, Fernando IV se encontraba con los Carvajales, intentando
explicar su actuación ante instancias más elevadas…
Queda en Martos un rollo conocido
como "La cruz del Lloro" que señala el lugar donde según la tradición
fueron a parar las jaulas con los cuerpos de los dos desdichados hermanos.