Leyenda nº 8
CUEVA DE
TILIN TILAN (Fuensanta de Martos)
Como todos los días, el pastor se dirigió con su
ganado al monte al que acudía habitualmente para darle de pastar. Hacia un día
radiante y se veían numerosos pajarillos revoloteando entre las flores.
Al
pastor todo esto no le era ajeno, disfrutaba sintiéndose libre en campo, y
sabiéndose conocedor de la naturaleza con la que había estado en contacto desde
muy pequeño. Para el, su vida era el rebaño y el monte al que acudía todos los
días sin falta.Había transcurrido el día sin contratiempos y se sentía feliz de
la labor cumplida, ya tan solo le restaba contar su ganado antes de regresar al
pueblo. Tras contarlo varias veces al notar la falta de una de sus ovejas, vio
que efectivamente no se había equivocado al contar, y que una de ellas se había
extraviado. Sin pensarlo dos veces, se puso rápidamente a buscarla.
Después de haber recorrido infructuosamente casi
todas las sierras, y cuando ya había perdido toda esperanza, pudo percibir el
sonido de un cencerro.
Descendió
una pequeña rampa que conducía hacia su interior, y esperó un momento sin
moverse hasta que sus ojos se acostumbraron a la penumbra. Pasados unos
segundos volvió a oír el sonido, y dirigiendo su mirada hacia el lugar del que
provenía distinguió una pequeña figura blanca, efectivamente se trataba de una
oveja que había quedado atrapada en el interior de la cueva. De esta forma
casual fue como tuvo lugar el descubrimiento de esta cueva, y en honor al
sonido del cencerro se le bautizó con el nombre de Tilín Tilan”.