lunes, 12 de diciembre de 2016

El pequeño abeto

El pequeño abeto
 
Una historia de un arbolito que nunca estaba contento con las hojas que tenía. Está pensadospara los pequeños lectores que pueden seguir un hilo narrativo.
 
 
 
 
 
EL PEQUEÑO ABETO
(Cuento francés)

Érase una vez un pequeño abeto que vivía solo en el bosque, en medio de otros árboles cubiertos de hojas. Pero él no tenía hojas sino agujas, nada más que agujas. ¡Cómo se quejaba el pobre abeto!

- Todos mis amigos tienen hermosas hojas, hermosas hojas verdes y yo sólo tengo espinas. Quisiera tener, para darles un poco de envidia, hojas doradas.

A la mañana siguiente, cuando se despertó, quedó deslumbrado.

- ¿Dónde están mis espinas? ¡Ya no las tengo! ¡Me han dado las hojas de oro que había pedido! ¡Qué contento estoy!

Y todos los vecinos, al verlo, dijeron a la vez:

- ¡El pequeño abeto es todo de oro!

Pero he aquí que un hombre, un malvado ladrón, llegó al bosque y, al verlo, pensó:

- ¡Un abeto de oro! ¡Qué gran negocio haría con él!

Para no ser visto por nadie, regresó al lugar al anochecer con un gran saco y cogió todas las hojas sin dejar ni una. A la mañana siguiente, al verse completamente desnudo, el pobre abeto se puso a llorar.

- ¡Ya no quiero más oro! Los ladrones te lo roban todo y no te queda nada. Quisiera tener todas las hojas de cristal. ¡El cristal también brilla!

A la mañana siguiente, cuando despertó, tenía las hojas que había deseado. Se puso muy contento y dijo:

-En lugar de hojas de oro tengo hojas de cristal. Ahora estoy tranquilo, porque no me las robará nadie.

Y todos los vecinos, al verlo, dijeron a la vez:

- ¡El pequeño abeto es todo de cristal!

Pero cuando llegó la noche, el viento empezó a soplar muy fuerte y zarandeaba el abeto, que suplicaba en vano. El viento lo sacudió una y otra vez y no le quedó ni una sola de sus hojas.

Al ver el destrozo, el pobre abeto se puso a llorar.

- ¡Qué desgraciado soy! Otra vez estoy desnudo. Han robado mis hojas de oro y han roto mis hojas de cristal. Quisiera tener, como mis amigos, hermosas hojas verdes.

Al día siguiente cuando se despertó, vio que había obtenido lo que deseaba.

Y todos sus vecinos, al verlo, dijeron:

- ¡El pequeño abeto ya es como nosotros!

Pero durante el día la cabra salió a pasear con sus cabritillas. Cuando vio el pequeño abeto y sus hermosas hojas, gritó:

- Venid, venid cabritillas mías, venid hijos míos, saboread esta comida y no os dejéis nada en el plato.

Las cabritillas se acercaron saltando al pequeño abeto y devoraron todas las hojas en menos de un instante.

Cuando llegó la noche el pequeño abeto, completamente desnudo y tiritando, se puso a llorar como un niño.

-Se lo han comido todo, ya no me queda nada. He perdido todas las hojas, las hermosas hojas verdes, como perdí las hojas de oro que me robaron, como perdí las hojas de cristal que se rompieron. Me contentaría con que me devolvieran las agujas.

A la mañana siguiente cuando se despertó, se encontró de nuevo con sus antiguas agujas y no supo qué decir.

Y todos los vecinos, al verlo, dijeron:

- ¡Qué feliz se le ve! ¡Mirad como se contempla! ¡El pequeño abeto vuelve a ser el de antes!
 
 
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